Oncología y microinmunoterapia
Apoyar el sistema inmunitario en las enfermedades oncológicas
Adéntrate en el mundo de la microinmunoterapia y descubre cómo cuidar de tu sistema inmunitario durante un proceso oncológico.
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Los cánceres se caracterizan por una multiplicación descontrolada de células que forman un tumor maligno que, con el tiempo, puede propagarse por el organismo y generar metástasis. Una vez formada, la célula cancerosa posee propiedades muy específicas, conocidas como “características distintivas del cáncer” (“Hallmarks of cancer” en inglés), que le permiten multiplicarse e invadir otros tejidos del organismo. Por ejemplo, puede escapar de la muerte celular, un proceso natural que afecta a todas las células después de cierto tiempo, y también puede multiplicarse indefinidamente. Además, las células cancerosas pueden favorecer la formación de vasos sanguíneos hacia el tumor, aportando oxígeno y nutrientes necesarios para su proliferación. También logran escapar de la respuesta inmunitaria.
El desarrollo de tumores a partir de células sanas suele estar relacionado con alteraciones genéticas (mutaciones). Además, puede verse favorecido si ciertos genes que propician la aparición del cáncer están demasiado activos o si los genes que protegen contra el cáncer están inactivos, incluso sin que el material genético haya sido necesariamente modificado. La alteración del metabolismo celular también desempeña un papel importante en la formación del cáncer.
Por otro lado, no solo influyen factores como la genética, la edad o las mutaciones aleatorias, sino también influencias externas como el estilo de vida o factores ambientales, que resultan determinantes en el desarrollo del cáncer.
Numerosas investigaciones analizan el impacto de la inflamación crónica en la comunicación entre las células cancerosas y las células inmunitarias dentro del microambiente tumoral. Las reacciones inflamatorias crónicas y/o latentes podrían contribuir a la progresión tumoral al inducir inestabilidad genómica y favorecer la angiogénesis.
La palabra “cáncer” abarca enfermedades muy diferentes entre sí. Estas se clasifican según el origen de las células cancerosas (cáncer de piel, de mama, de pulmón, etc.). Los cánceres más comunes son los de próstata, mama, colon-recto y pulmón. La mayoría pueden detectarse cada vez más temprano y recibir tratamientos que ofrecen mejores posibilidades de curación con menos secuelas.
Las células inmunitarias normalmente son capaces de reconocer células alteradas, como las cancerosas, y destruirlas antes de que se desarrolle un tumor. Esto suele ocurrir en personas sanas. Sin embargo, como ya se ha mencionado, las células cancerosas desarrollan mecanismos que les permiten esquivar parcial o totalmente al sistema inmunitario. Incluso pueden liberar ciertas sustancias mensajeras que debilitan la función de las células inmunitarias encargadas de combatir el tumor. Además, pueden manipular algunas células inmunitarias para que liberen sustancias beneficiosas para ellas. Así, logran crear un entorno favorable en el que no son “atacadas” por el sistema inmunitario.
La regulación inmunitaria y la modificación del microambiente inflamatorio del tumor podrían, por tanto, ser elementos clave para iniciar una respuesta inmunitaria antitumoral eficaz y controlar el proceso tumoral.
Se emplean varios tipos de tratamientos, de forma individual o combinada, para tratar los distintos tipos de cáncer. Ante una sospecha de cáncer, independientemente del contexto en que se detecte, es necesario realizar varios exámenes para confirmar el diagnóstico y determinar el grado de extensión. Esta fase diagnóstica requiere tiempo, pero es fundamental para que el equipo médico defina las características del cáncer y seleccione el tratamiento más adecuado.
Dependiendo del caso, los tratamientos pueden tener como objetivo eliminar el tumor o la metástasis; reducir el riesgo de recaída; frenar el desarrollo del tumor o la metástasis; o prevenir y tratar los síntomas y complicaciones derivados tanto de la enfermedad como de los tratamientos, buscando siempre la mejor calidad de vida posible.
El tratamiento se adapta a cada situación: es personalizado y requiere un abordaje adecuado. Una atención integral busca asegurar la mejor calidad de vida física, psicológica y social del paciente. Los cuidados de soporte, complementarios a los tratamientos convencionales del cáncer, ayudan a aliviar efectos secundarios y mejorar el día a día del paciente. Incluyen manejo del dolor, orientación nutricional, apoyo psicológico y social, fomento de la actividad física adaptada y consejos sobre estilo de vida (abandono del tabaco, reducción del consumo de alcohol, etc.).
Cirugía: El tratamiento quirúrgico tiene como objetivo extirpar el tumor maligno y los ganglios linfáticos locales en una etapa en la que el tumor aún no ha provocado metástasis. Se dice que la resección quirúrgica está completa cuando se ha resecado todo el tejido tumoral y los márgenes quirúrgicos están sanos.
Radioterapia: La radioterapia (también llamada rayos o radiación) implica el uso de radiación para destruir las células cancerosas bloqueando su capacidad de multiplicarse.
Quimioterapia: La quimioterapia (también llamada quimio) es un tratamiento contra el cáncer basado en el uso de medicamentos. Su objetivo es eliminar las células cancerosas dondequiera que se encuentren en el cuerpo.
Terapia hormonal: Algunos tumores de mama se caracterizan por ser hormonosensibles, lo que significa que las hormonas femeninas (estrógeno, progesterona), producidas naturalmente por el cuerpo, estimulan su crecimiento. La terapia hormonal es un tratamiento que consiste en impedir la acción estimulante de las hormonas femeninas sobre las células cancerosas.
Terapias dirigidas: Las terapias dirigidas tienen como objetivo bloquear el crecimiento o la propagación del tumor interfiriendo con anomalías moleculares o mecanismos que causan el desarrollo o la propagación de las células cancerosas.
Inmunoterapia: La inmunoterapia es un tratamiento que tiene como objetivo, mediante las moléculas utilizadas en el melanoma, estimular las defensas inmunitarias del organismo contra las células cancerosas. Se utilizan dos tipos de moléculas de inmunoterapia: los anticuerpos monoclonales y el interferón alfa.
Mecanismo de acción: la quimioterapia utiliza sustancias químicas que destruyen o debilitan las células cancerosas. Su objetivo principal es eliminar las células malignas. En cambio, la microinmunoterapia emplea sustancias inmunomoduladoras en bajas dosis (low doses), presentes de forma natural en el sistema inmunitario, para ayudar a este a reconocer y destruir las células cancerosas de la manera más natural posible.
Uso: la quimioterapia suele ser el tratamiento principal en casos de cáncer avanzado o metastásico. Puede administrarse antes o después de una cirugía para reducir el tamaño del tumor o eliminar células cancerosas residuales. La microinmunoterapia, en cambio, se usa generalmente como prevención para fortalecer el sistema inmunitario o como complemento de otros tratamientos (quimioterapia, radioterapia) para mejorar su tolerancia. Al actuar de forma integral sobre el sistema inmunitario, puede emplearse en todas las fases del cáncer:
Efectos secundarios: la quimioterapia es conocida por sus importantes efectos secundarios, como caída del cabello, fatiga, náuseas y vómitos. La microinmunoterapia, por su parte, no presenta efectos secundarios y suele ser bien tolerada por todo tipo de pacientes.
Vía de administración: la quimioterapia se administra por vía intravenosa en la mayoría de los casos, generalmente en hospital de día. La microinmunoterapia se toma por vía sublingual (gránulos que se disuelven bajo la lengua), de manera sencilla y autónoma, permitiendo su uso en la vida cotidiana.
En resumen, la quimioterapia ataca directamente a las células cancerosas con fármacos citotóxicos, mientras que la microinmunoterapia busca reforzar el sistema inmunitario para combatir el cáncer de forma natural. La quimioterapia se utiliza como tratamiento de primera línea, y la microinmunoterapia suele emplearse como complemento. Gracias a sus bajas dosis, es bien tolerada, apta para todas las edades y combinable con otros tratamientos. Ambas estrategias pueden ser complementarias en el tratamiento del cáncer.
La microinmunoterapia puede ser un complemento útil a los tratamientos oncológicos habituales y contribuir a su eficacia. De hecho, la radioterapia y la quimioterapia suelen tener importantes efectos secundarios y debilitan no solo las células cancerosas, sino también las células sanas y los tejidos normales. Esto puede afectar al sistema inmunitario, reduciendo su capacidad para reconocer y destruir células anormales como las cancerosas o agentes infecciosos. Por ello, la microinmunoterapia puede jugar un papel importante en la recuperación de la homeostasis inmunitaria.
La microinmunoterapia es un enfoque global y no invasivo que permite activar los procesos fisiológicos del sistema inmunitario y restaurar su capacidad para combatir el cáncer.
Puede ser útil en el abordaje terapéutico de diferentes tipos de cáncer, especialmente en los siguientes casos:
Por otro lado, recibir un diagnóstico de cáncer es un momento muy difícil de afrontar. El tratamiento posterior genera muchas incertidumbres y supone un alto nivel de estrés psicológico, lo que puede afectar negativamente al sistema inmunitario. La microinmunoterapia también puede contribuir al bienestar emocional del paciente al reforzar el sistema inmunitario, permitiendo que recupere energías también a nivel anímico. Todo esto puede influir positivamente en la eficacia del tratamiento general y, por supuesto, mejorar la calidad de vida del paciente.
Nota importante: la microinmunoterapia no sustituye tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia, sino que busca complementarlos de forma sinérgica. Por tanto, estos tratamientos no deben interrumpirse cuando se prescribe microinmunoterapia para apoyar al sistema inmunitario.