Explora el enfoque integrativo de la microinmunoterapia en dermatología, destacando su acción sobre los mecanismos inflamatorios, virales e inmunitarios para restaurar el equilibrio y la salud de la piel.
La piel, el órgano más grande del cuerpo, actúa como una barrera protectora frente a agresiones externas. Participa en la regulación de la temperatura corporal, mantiene la hidratación y permite percibir estímulos como el tacto, la presión o el dolor, además de protegernos de diversos agentes extraños como gérmenes y bacterias.
Sin embargo, dado que rinde al máximo todos los días, necesita un cuidado especial. Si se descuida, el riesgo de padecer enfermedades cutáneas puede aumentar. De la misma manera, un sistema inmunitario debilitado influye en la salud de la piel y en la aparición de enfermedades cutáneas, las llamadas enfermedades dermatológicas, que muchas veces están estrechamente relacionadas con infecciones virales.
Cuando el sistema inmunitario no funciona adecuadamente, no puede combatir o mantener en estado latente dichos virus y estos se manifiestan en nuestra piel. Por eso los síntomas aparecen principalmente en situaciones de estrés o cuando se producen nuevas infecciones que ponen a prueba la inmunidad. Por ejemplo, las verrugas son causadas por el virus del papiloma o el herpes zóster por el virus varicela-zóster.
Las enfermedades de la piel pueden tener múltiples causas: infecciosas (por virus, bacterias u hongos), inflamatorias, autoinmunes o incluso alérgicas. Muchas de ellas están relacionadas con el estado del sistema inmunitario, que actúa como defensa frente a infecciones y participa en los procesos inflamatorios de la piel. Cuando el sistema inmunitario está debilitado y la barrera cutánea está alterada, a los virus les resulta más fácil entrar en el cuerpo.
Las enfermedades más comunes de la piel causadas por virus son:
Además de las infecciones virales, las enfermedades inflamatorias, autoinmunes y crónicas también se consideran causas potenciales de enfermedades de la piel tales como:
Por otra parte, pueden producirse también reacciones alérgicas en la piel. El contacto con ciertos alérgenos puede provocar lo que se denomina dermatitis alérgica de contacto. No es infecciosa y aparece aproximadamente de uno a tres días después de la exposición al alérgeno, caracterizándose por enrojecimiento de la piel, edema y formación de vesículas.
El envejecimiento prematuro de la piel también puede ser un signo de desequilibrios inmunológicos. Aunque no es directamente una enfermedad, da información sobre la salud y vitalidad del cuerpo, y puede verse acelerado por el estrés ambiental y un estilo de vida poco saludable.
Entre los tratamientos clásicos, contamos con tratamientos locales (desinfectantes, antifúngicos, antivirales, antiacné, dermocorticoides, etc.) y tratamientos orales (corticoides, estrógenos, antibióticos…).
Al buscar el tratamiento adecuado, no debemos centrarnos únicamente en aliviar los síntomas, sino también considerar las causas profundas. Si se producen brotes en la piel, hay tres posibles desencadenantes: estrés, inflamación e infección. Una historia clínica detallada y un examen realizado por un dermatólogo forman la base de un enfoque de tratamiento basado en la causa.
Un sistema inmunitario desequilibrado aumenta el riesgo de enfermedades de la piel. Al reforzar las defensas inmunológicas del cuerpo, es posible promover activamente la autoprotección contra los virus. También es posible reducir los mecanismos proinflamatorios del organismo mediante la modulación del sistema inmunitario.
La microinmunoterapia es una inmunoterapia que utiliza dosis bajas y muy bajas de citoquinas y demás mensajeros inmunitarios para ejercer una acción reguladora sobre el funcionamiento del sistema inmunitario cuando este se encuentra debilitado. El objetivo es recuperar la homeostasis inmunitaria para poder estar protegidos de virus, bacterias, alérgenos y demás agresores que pongan en riesgo la salud de nuestra piel.
En el caso de enfermedades de la piel, cada medicamento de microinmunoterapia se centra en diferentes mecanismos de acción: una acción antiinflamatoria, una acción antiviral o incluso una acción dirigida a reforzar las defensas contra las células cancerosas. Puede ser de ayuda en casos de:
